El papa León XIV lamentó profundamente las diversas formas de pobreza que «oprimen al mundo» durante la misa por el Jubileo de los Pobres, celebrada este domingo en la Basílica de San Pedro del Vaticano. El pontífice peruano-estadounidense hizo un enérgico llamado a los líderes mundiales, advirtiendo que «no podrá haber paz sin justicia» social.
Ante miles de personas necesitadas que peregrinaron a Roma con ayuda de organizaciones benéficas, el Papa emplazó a los Jefes de Estado y Responsables de las Naciones a «escuchar el grito de los más pobres». Subrayó que la pobreza no solo interpela a los cristianos, sino también a todos aquellos que tienen «roles de responsabilidad» en la sociedad.
La misa tuvo una convocatoria masiva, con una asistencia tan numerosa que cerca de 12.000 fieles debieron seguir el rito desde las pantallas instaladas en la Plaza Vaticana. El Papa salió a saludarlos, justificando que «la basílica se quedó un poco pequeña».
En su homilía, León XIV, quien dedicó su primera exhortación apostólica, Dilexi te, a los «últimos» de la sociedad, insistió en que las desigualdades sociales son una amenaza para la estabilidad global. Denunció que los pobres lo recuerdan con sus movimientos migratorios o con un «grito tantas veces sofocado por el mito del bienestar y del progreso» que ignora y abandona a muchas personas.
El pontífice sostuvo que la pobreza es multifacética, abarcando desde la material hasta «muchas situaciones morales y espirituales», especialmente entre los jóvenes. Indicó que un elemento común en todas estas formas de carencia es la «soledad».
Frente a lo que definió como una «globalización de la impotencia», que promueve la falsa idea de que el mundo es inmutable ante problemas como las guerras, el Papa llamó a cultivar la «cultura de la atención» como antídoto contra el «muro de la soledad». Instó a estar atentos al prójimo en todos los ámbitos, desde la familia hasta el mundo digital y las periferias.
El líder de la Iglesia Católica concluyó que la convivencia humana debe ser un «espacio de fraternidad y dignidad para todos», sin caer en exclusiones. Tras la misa, el Papa presidiría el Ángelus dominical y luego compartiría un almuerzo con un grupo de 1.300 personas pobres, incluyendo a unas 50 mujeres transexuales invitadas para la ocasión. (NP-Gemini-Cooperativa EFE)








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